viernes, 26 de octubre de 2012

Está claro que

Y llegó el día en que la suma dio positiva. Números verdes. Después de pasar raya vio que, por karma o por azar, era feliz. Un lujo. Miró a sus semejantes, en la misma mesa, los de enfrente y los de costado, otros posibles él, y se sintió satisfecho, o aliviado... o extrañamente hambriento. La costumbre le hizo cuestionar por qué no ir a por lo otro, por la zona negra del mapa por descubrir, que él -lo sabía- llenaba de ilusiones.
El cavernícola aprendió su insignificancia a palos, y cuando quiso sacarle el ciervo al león aprendió a manejar el hambre. Pero aprendió a reprimirlo primero, y a contar ciervos de noche, en lugar de ovejas.
Pero quien saltaba la valla ahora no era otro que él mismo en potencia, es decir, alguien completamente distinto... ahí se dio cuenta que de alguna manera sus infinitos yo, los peores y los mejores -así los ubicaba, de manera escalonada-, de alguna manera se cancelaban, y él -lo sabía- no podía decir que estuviera en la mitad de la tabla, sino un poquito mas arriba. No, bastante más arriba, pues al emprender los cambios estaba potenciando la ubicuidad de la muerte.
Y más vale quieto y vivo, que vivo y muerto... o algo así, pensó.

martes, 2 de octubre de 2012

Tocá

Tocate, tocate... pará, no, tocate esa... ¿Cómo es? Un enano y un maleante, se convierten en amantes, conspiran y matan mutantes.