jueves, 19 de mayo de 2011

Formas























“Cuando se acercó de repente un ladrón...” fue lo que dijo.

El sustantivo que eligió me hizo perder el hilo de la charla, me generó malestar y de algún modo extraño me hizo cambiar el concepto que tenía de ella. Al rato el malestar empezó a tomar forma y pude llegar al fondo del asunto. Entendí que concebía a las personas con un rol definido de antemano, formalizado, sin posibilidad de amoldamiento con el afuera.

El Universo quebrado en una fractura irreconciliable.

El sujeto de antemano y punto, a manejarse.

Si naciste para ladrón, serás ladrón, y no panadero o doctor.
Los perros antropomorfizados con antifaz, vestidos a rayas negras y blancas, cargando una gran bolsa con el signo de pesos: un pensamiento de caricatura, moldeado desde el afuera, formalizado. Estetizado. Y ella sin saberlo.

Y uno, creyéndose tan distinto -para desdeñarla, para rendirle culto, o de ratos una cosa y luego la otra- también va en busca de la forma. Y siempre para cargarla junto a todas esas cosas que nos hace ser(es) racionales, estetizados: los hilos entre opuestos y entre similares, y los modelos para armar metidos en una cajita incrustada en la cabeza.

Una mochila pesada de cargar, pero más liviana que la de ella.

Rocamadour Gillou