domingo, 7 de diciembre de 2008

Crónicas terráqueas


27 de noviembre de 2008, estratósfera terrestre.

Decidí empezar este diario electrónico puesto que mi estadía en la tierra no será nada segura, si algo me pasa no quisiera que mi investigación se viera frustrada. En caso de que pase lo peor seguramente envíen un relevo para reanudar la investigación.
En este momento estoy atravesando la atmósfera terrestre a bordo de mi cápsula, aquí el aire es limpio y fresco, puedo respirar con facilidad. Cuando aterrice seguramente sentiré el fuerte contraste con el aire terrestre, viciado y gris, pero no me importa. Los incapacitados seres que ahí viven están condenados a la extinción por la abusiva explotación de materias primas terrestres y necesitan de una inteligencia mayor que se lo diga.


29 de noviembre de 2008, planeta Tierra.

En la noche de ayer aterricé sin problemas en una calle de tierra en la que crecen tupidas vegetaciones en los costados, hay pequeñas casas hechas de material metálico. Al parecer los terrícolas son muy cautos y quieren evitan la tala indiscriminada de madera construyendo todo con ese material artificial, incluso muebles.
Cuando vi venir un carro tirado por una bestia cuadrúpeda supe que había subestimado a la raza humana, obviamente intentan disminuir sus emisiones de CO2 usando a estos fieros animales para transportarse. Es tal su nivel de conciencia que se arriesgan a domesticar estas enormes bestias para no contaminar el medioambiente. No tuve tiempo para esconderme y no pude evitar ser visto por dos humanos, que parsimoniosamente bajaron de su carruaje a darme la bienvenida. Llevaban la cabeza cubierta con algo que no pude ver bien, la zona era muy oscura. Les hice la introducción según el protocolo marciano, en los idiomas terrícolas de mas influencia, ya que no sabía donde me encontraba. Les expliqué que necesitaba hablar con su líder para informarlo de lo que estaba sucediendo, mientras que uno de ellos me miraba atentamente y maniobraba un pequeño trozo de plástico, al cual le introducía un polvillo en la parte superior y luego prendía con un hacedor de fuego, para finalmente llevárselo a la boca.
Entendí que se estaban alimentando con ese polvillo y no le di mayor trascendencia, este alimento quizás fuesen proteínas deshidratadas, pensé, o algún compuesto de alto valor energético. Cuando terminaron de alimentarse su conducta era visiblemente distinta, las pupilas alcanzaban casi el tamaño de todo el globo ocular y por sus caras se podía ver que estaban en una especie de trance. Cuando estaba repasando por décima vez la introducción, esta vez en hebreo, uno de los terrícolas extrajo un filoso metal y me lo apoyó en el xorgok mientras gritaba algo. El terrícola Nro 2 tiraba de mi ropa y señalaba mis cubrepiés.
Percibí algo de amenazante en la situación. Luego uno de ellos me golpeó fuerte en la cabeza y perdí el conocimiento.
Esta mañana cuando desperté vi mujeres terrícolas vestidas con muy poca ropa, que al ver el calamitoso estado de mi cuerpo desnudo se acercaban a prestarme ayuda, logré incorporarme y me vestí con ropas que una de la mujeres muy amablemente me alcanzó. Todavía era de noche,
estaba agotado por el cambio de horario solar y algo lerdo por el golpe en la cabeza. Mientras me llevaban para la casa de una de las mujeres (que luego me enteré prestan algún tipo de servicio desconocido a extraños) pude notar que al menos 3 de ellas tenían una protuberancia en la parte delantera de la cadera, me extrañó encontrarme tan pronto con humanos hermafroditas, de 7 humanos al azar que había visto desde mi llegada al menos 3 de ellos presentan esta peculiaridad, es decir que extrapolando los datos a toda la población, el planeta tierra cuenta con mas de 3 mil millones de humanos hermafroditas. Algo no anda bien.


30 de noviembre, planeta tierra.

Ayer pasé la noche en una zanja, cerca de la casa de las hermafroditas. Cuando cayó la noche me invitaron a tomar algo, sospecho que le pusieron algo a la bebida porque no recuerdo nada de esa noche. Hoy desperté con un punzante dolor en el esfínter.


1º de diciembre. Aún en el maldito planeta Tierra.

Ansioso por conocer más del planeta tierra me fui a un centro comercial donde los humanos realizan compras compulsivamente, algunos al hacerlo muestran una conducta casi tan extraña como los terrícolas del carruaje, y me llevé una desagradable sorpresa. Pude comprobar la existencia de una raza seudo-humana de que habita dentro de este lugar y vive en total armonía con los humanos, supongo que por padecer una seria discapacidad mental que los mantiene alejados de todo pensamiento que no sea efímero y superficial. Son fácilmente ubicables, sólo hay que observar en derrededor y donde se vea el flash de una cámara seguramente allí haya una manada de estos simpáticos seres (de aquí en adelante "golfers"). Los estuve observando un buen rato y no pude dejar de sentir lástima por ellos...
Luego de pensar mucho al respecto entendí todo: estos "centros comerciales" son centros de reclusión especialmente construidos para estos pequeños seres, de esta manera los humanos pueden recluirlos, cobrando entrada por su exibición, y también controlar su apareamiento, que por su hiperactividad uno puede llegar a imaginarse lo rápido que deben reproducirse. La crueldad de los humanos no tiene límite, ¿quién podría hacer algo así con semejantes criaturas?
En un arrebato de indignación y enojo fui a hablar con uno de ellos.
Me paré solemnemente frente a él y le dije que la salida de todo esto era posible, yo lideraría la insurrección contra los despiadados humanos si contaba con el apoyo de los de su raza, de esta manera serían libres y no tendrían que pasar el resto de su vida enfrente de una tienda de ropas haciendo que disfrutan lo que están mirando...
Es decir, resulta evidente que esto es absolutamente pasmoso, seguramente lo hacen sólo para disimular frente a los visitantes que estan recluidos en insalubres condiciones psicológicas...

El golfer me miró y pude ver un brillo de entusiasmo en su mirada, cuando se dio vuelta para llamar a sus amigos sentí que esto era de veras posible, podríamos salir de aquí y tirar abajo esta horrible prisión. Ni bien llegaran refuerzos desde marte nos proveerían las armas necesarias para derrocar a la raza humana del poder.
Un asqueroso flash me bajó de la nube de mi delirio de grandeza, seguido por muchos flashes más, grité que pararan, que no me hicieran daño, pero estos seres no paraban de dispararme con sus flashes mientras reían y hacían comentarios entre ellos, diciendo cosas como 'gor, re quiut este bichito, cuanto te salió?'. Mientras yo daba pasos hacia atrás y sacudía mis cortos brazos gritando que pararan. Aturdido por los flashes olvidé que tenía una escalera a mis espaldas y caí rodando, golpéandome la cabeza contra los escalones, tiñéndolos de rojo uno por uno, mientras maldecía a estos horribles seres, deséandoles la muerte, y pensando que bien se merecían estar encerrados en estos asquerosos lugares...